HISTORIA DE LOS PROTESTANTES ESPAÑOLES

Luís Alfredo Díaz-Britos

La obra de este carismático cantautor sudamericano marcó durante varios años la historia de la música evangélica en España. Luis Alfredo Díaz Britos, que había nacido en Uruguay en 1952, debió de tener bastante conocimiento del Evangelio de Jesucristo y de los cantos de la iglesia desde su más temprana infancia; su propia madre -de hecho- tenía un trasfondo carismático. Esto hizo posible que ya con quince años pudiese editar en su propio país una primera grabación titulada "Jericó" (1967). Siendo aún bastante joven se traslada a Finlandia y comienza a grabar canciones en finés, de entre las cuales se encontraban curiosas versiones orquestadas de himnos y pomposas baladas al similares a las de Frank Sinatra. Gracias a estas canciones va poniendo en circulación nuevas grabaciones como "Uusi Luonus" (Prisma, 1973) o "Vapauden Lauly" (1977). Sin embargo su vida sufre un importante cambio durante su primera estancia en Finlandia, cuando a raíz de una conferencia, Luis empieza a dejarse impresionar por los cientos de conversiones al cristianismo que se producen en ese mismo momento entre los hippies norteamericanos y por uno de los músicos más originales del movimiento, el controvertido Larry Norman. Luis Alfredo, que desde muy temprano se encontraba a disgusto con el medio pentecostal del cual procedía, encontró en esta ′Revolución de Jesús′ muchos aspectos con los que le resultaba fácil identificarse.

Con esta idea en la cabeza Luis Alfredo decide venir a España y, junto a un pintor finlandés, que se dio a conocer aquí como Benito, monta un taller de pintura en Burgos. Una vez establecido en esta ciudad comienza a repartir los -en aquel católico contexto- ′extraños′ Evangelios de las Sociedades Bíblicas, impresos para colmo en Londres, a los jóvenes que les van visitando en el taller. Con el tiempo, vistas las reacciones del pueblo y con el propósito de hacerse oír más fácilmente, acaba introduciéndose él mismo en las parroquias católicas.

Durante esta misma época, por alguna sorprendente y misteriosa razón, multitud de jóvenes, algunos desheredados, otros desencantados de algunos aspectos del catolicismo, comienzan a formar comunidades. Comunidades que algunos casos llegaron a convertirse también en ′comunidades de vida′ y que llegarían a ocupar pisos e incluso verdaderos pueblos deshabitados que ellos mismos habían ido restaurando, como fue el caso de Quintana Dueñas. Las novedosas particularidades de estas comunidades eran muchas teniendo en cuenta la ciudad y la época de la que estamos hablando: por un lado se introduce en el medio católico español la experiencia carismática (por ejemplo las ′lenguas extrañas′); por otro se produce una explosión creativa canalizada a través de festivales (como Jesus for Rock) de música, teatro, pintura, ... todo, además, en una línea de lo más vanguardista; en tercer lugar aparece el énfasis en el pacifismo y la objeción de conciencia, promovido especialmente por un seminarista de origen menonita llamado José Gallardo y por la que algunos de ellos llegarían a sufrir incluso prisión.

La pequeña, cerrada y tradicional ciudad de Burgos, por su parte, apenas podía creer que semejante despliegue de ′excentricidades′ se estuviesen desarrollando ante sus propios ojos. En realidad los vecinos, que habían llegado a formar una Asociación de Padres e incluso habían hecho intervenir a la policía, sólo habrían tenido que esperar y observar: el carácter espontáneo de este movimiento, tan enemigo de jerarquías y formalismos, permitió que no mucho después salieran a la luz una serie de escándalos. Esto obviamente hizo que el movimiento fuese perdiendo todo su esplendor y, con él, una buena parte de sus integrantes. Una pequeña parte de estos jóvenes que habían sido cautivados por el Evangelio de Jesús, acabarían formando parte de algunas iglesias evangélicas y, aun hoy, no es difícil encontrar como algunos de ellos, no dejan de sentir cierta nostalgia al recordar aquellos sorprendentes acontecimientos.

Luis Alfredo, que durante todo este tiempo había estado participando muy activamente de estas denominadas ′Comunidades de Burgos′, se traslada a Barcelona y establece allí la que será su residencia hasta hoy. En el momento en el que él llega a esta ciudad las iglesias evangélicas de la Cataluña producen una enorme cantidad de compositores y es en este momento, por tanto, cuando más relación establece Luis con los protestantes. Para ello Luis Alfredo comienza a aparecer y a participar en conciertos evangélicos e incluso llega a unirse a un cantante llamado Francesc Castillo, en un grupo de música rock esencialmente evangélico llamado Pedra Viva. En 1981, para hacerlo todo más a su manera, reinicia su propio festival anual denominado Jesus for Rock (en Burgos) con un nuevo nombre, Creación, y en una línea similar a la de los festivales de Greenbelt (Reino Unido) o de Christian Artist (Holanda) (festivales de los que llega a ser coordinador nacional) y donde toma la costumbre de reunir a artistas de muy diferentes entornos. Por otro lado, junto al ahora pastor reformado JOSÉ DE SEGOVIA, lleva adelante un programa en Radio Popular/IBRA llamado Gospel Club, desde donde trataba de dar a conocer las inquietudes religiosas en la cultura popular de su época. En esa misma línea edita, con la ayuda del mencionado pastor y de otros como JONATHAN GELABERT o, al ahora diseñador gráfico profesional, Manuel Ordax, una revista que se llamó Kara o Cruz al principio, Entrelineas después y que acabaría siendo el embrión de la revista evangélica de cultura llamada Kalos.

Muchos años antes de que todo esto sucediese, estando él aun en Burgos y usando sus contactos con artistas, algunos de los cuales le habían llevado a formar lo que él llamaba ′Colectivo de la Raiz′ (un colectivo que reunía tanto el mimo surrealista de Parábola como el rock acústico de Zarza), funda también su propio sello discográfico, Producciones de la Raiz. A través de éste, Luis Alfredo comienza a introducir en las librerías evangélicas por un lado los discos y las cassettes de artistas evangélicos extranjeros de la multinacional Word (p.e. Petra, Jerusalem), por otro las cintas de artistas que había conocido y producido personalmente (p.e. Rockangular, 2000 DC)... y, especialmente y por encima de todo, sus propias cintas. En 1979, junto a un grupo vocal al estilo de Mocedades llamado Maná, edita una cinta en su propio sello titulada "Baja a Dios de las nubes" (Producciones de la Raíz, 1979).

Al mismo tiempo que musicalmente Luis Alfredo se aleja de los himnos orquestados y comienza a definirse como una especie de cantautor de folk, tan de moda en esta época, en las letras de sus canciones va demostrando tener como una de sus principales inquietudes la crítica del cristianismo tradicional, ya fuese católico o protestante: ′Baja a Dios de las nubes, -cantaba en una de sus más populares melodías- llévalo a lugar donde trabajas. Quita a Dios del retablo, y cuélgalo dentro de tu corazón...". "...Jesucristo no lava más blanco. Jesucristo no es más barato. Jesucristo no se compra en su comercio más cercano. Jesucristo no da más por menos... Nueve de cada diez estrellas no usan Jesucristo" -cantaba años más tarde en otro lugar Luis Alfredo, criticando también la forma de presentar el Evangelio de muchos norteamericanos. Aun en las canciones donde daba expresión a sus más personales experiencias religiosas, quizá por deformación profesional, tendería a destacar los aspectos particulares que diferenciaban las suyas de las de los demás. Con todo no todas daban esa impresión y algunas de estas composiciones se han cantado asiduamente en muchas iglesias incluso evangélicas. De hecho algunas, como es el caso de ′Tan cerca de mi′, han llegado a perpetuarse en himnarios a todo lo largo del país: "Tan cerca de mi, tan cerca de ti, que hasta lo puedo tocar. Jesús está aquí. Le hablaré sin miedo al oído. Le contaré cosas que hay en mi y que sólo a él le interesaran. El es más que un amigo para mi. Míralo a tu lado caminando, y paseándose entre la multitud Muchos ciegos van por que no le ven, ciegos de ceguera espiritual". Tan sólo un año después de la edición de ′Baja a Dios de las nubes′ la editorial católica Ediciones Paulinas le encarga, poniendo a su servicio la Orquesta de RTVE, así como otros muchos recursos, "Ven Espíritu Santo" (Ediciones Paulinas, 1980) -una colección de canciones dóciles, ligeras y místicas muy populares también entre las iglesias evangélicas. Cuatro años más tarde y con la ayuda de artistas de trasfondo evangélico como ADOLFO RIVERO, Alex Blanco, Vicent Forner o Manuel Ordax, vuelve a usar su propio sello para editar la obra que más resonancia tuvo en los círculos evangélicos, "Creo" (Producciones de la Raíz, 1984).

Esta prolífica producción continuó de forma constante de forma que en 1987 Luis Alfredo Diaz había editado la friolera de diez cintas: "¡Eh Dios!. Soy yo", "Mundo Nuevo", La Pasión", "Adoración", .... No obstante, llegado un momento dado, Luis Alfredo comprende que los círculos en los que la iglesia evangélica se mueve son en España excesivamente pequeños y cerrados para sus propósitos. Luis, que siempre quiso satisfacer sus necesidades económicas con su música -satisfaciendo para ello el gusto de las personas a las que necesitaba vendérsela-, edita, para escándalo de todos los evangélicos y beneplácito de la mayoría católica una cassette en cuya portada figura una virgen, la Virgen de la Piedad. A partir de esta, digamos, declaración de independencia con respecto a los círculos de actividad evangélica Luis Alfredo a continuado su obra entre católicos, disfrutando de la libertad que la ambigüedad de estas iglesias le brinda y organizando cada año, entre otras cosas, un importante festival llamado MultiFestival David. En este festival, aunque ha aprovechado para invitar a músicos evangélicos que como el desaparecido grupo sevillano KERIGMA han estado dispuestos a participar, reúne mayormente a artistas y a grupos de música literalmente formados en el seno de las parroquias católicas.

J.P.F., 1999.

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