![]() |
Recortes
de prensa
sobre los protestantes españoles |
Febrero 1999 |
EL APOCALIPSIS EN PRIMERA FILA
Si este mundo se va a acabar en el año 2000, ¿Por qué
no ver el Apocalipsis desde primera fila? O, si es que queda tiempo para
rogar al cielo que el fin no llegue tan pronto, ¿qué mejor
que arrepentirse y orar justo en el sitio donde la Biblia dice que se librará
“la gran batalla final” como prólogo a la segunda venida de Cristo?
Es el tono de una de las más extrañas de las ofertas turísticas propuestas por Israel para el advenimiento del nuevo milenio, el acontecimiento temido por millones de cristianos como el futuro epicentro del conflicto más violento de la historia de la humanidad, la fatídica antesala del cataclismo de todos los tiempos y del inexorable e implacable Juicio Final, precedido por la aparición de siete ángeles que envenenan mares, promueven terremotos y adquieren del sol pavoroso poder para propagar incendios por doquier.
Geográficamente, el Armagedón del evangelio existe. Está a 50 kilómetros al sudeste de Haifa, en una loma del valle del Jezril, escenario de innumerables batallas desde tiempos bíblicos hasta los albores de la primera guerra mundial. Los antiguos israelíes la llamaron Har Meggido, pero, combinando ambas palabras Juan el Divino se atuvo al vulgo en el libro de las revelaciones: Armagedón, la milenaria ciudad construida sobre las ruinas de otras civilizaciones en el estratégico punto de intersección de la Vía Maris, la antigua ruta entre Egipto, Siria, y Mesopotamia, es sunónimo de apocalipsis. Resulta difícil, por tanto, pensar que el Armagedón de nuestros días pueda ser un lugar tan apacible: sus jardines están esmeradamente cuidados por jardineros palestinos, el museo contiene réplicas arquitectónicas de civilizaciones milenarias que se mueven con mecanismos eléctricos. Basta apretar un botón. (…)
Autoridades del organismo turístico israelí estiman que
Armagedón recibe a unos 150000 visitantes anuales. Pero esta cifra
puede al menos triplicarse a medida ante el año 2000. El interés
que Armagedón despierta entre fundamentalistas cristianos convencidos
de la inminencia de la “gran batalla final” al término de este milenio
no ha pasado inadvertido. Ya existen, por ejemplo, planes para construir
“cámaras de meditación y oración” para quienes vengan
a implorar piedad o rogar un aplazamiento del Apocalipsis.